lunes, 30 de junio de 2025

LECTURAS Y MEDITACIÓN DEL DÍA

 



Primera lectura

Lectura del libro del Génesis 18,16-33:

Los hombres se levantaron de junto a la encina de Mambré, miraron hacia Sodoma. Abrahán los acompañaba para despedirlos.

El Señor pensó:
«¿Puedo ocultarle a Abrahán lo que voy a hacer? Abrahán se convertirá en un pueblo grande y numeroso, y en él se bendecirán todos los pueblos de la tierra. Lo he escogido para que mande a sus hijos, a su casa y a sus sucesores que guarden el camino del Señor, practicando la justicia y el derecho; y así cumplirá el Señor a Abrahán lo que le ha prometido».

El Señor dijo:
«El clamor contra Sodoma y Gomorra es fuerte y su pecado es grave: voy a bajar, a ver si realmente sus acciones responden a la acusación; y si no, lo sabré».

Los hombres se volvieron de allí y se dirigieron a Sodoma, mientras Abrahán seguía en pie ante el Señor. Abrahán se acercó y le dijo:
«¿Es que vas a destruir al inocente con el culpable? Si hay cincuenta inocentes en la ciudad, ¿los destruirás y no perdonarás el lugar por los cincuenta inocentes que hay en él? ¡Lejos de ti tal cosa!, matar al inocente con el culpable, de modo que la suerte del inocente sea como la del culpable; ¡lejos de ti! El juez de todo el mundo, ¿no hará justicia?».

El Señor contestó:
«Si encuentro en la ciudad de Sodoma cincuenta inocentes, perdonaré a toda la ciudad en atención a ellos».

Abrahán respondió:
«Me he atrevido a hablar a mi Señor, yo que soy polvo y ceniza. Y si faltan cinco para el número de cincuenta inocentes, ¿destruirás, por cinco, toda la ciudad?».

Respondió el Señor:
«No la destruiré, si es que encuentro allí cuarenta y cinco».

Abrahán insistió:
«Quizá no se encuentren más que cuarenta».

Le respondió:
«En atención a los cuarenta, no lo haré».

Abrahán siguió hablando:
«Que no se enfade mi Señor, si sigo hablando. ¿Y si se encuentran treinta? ».

Él respondió:
«No lo haré, si encuentro allí treinta».

Insistió Abrahán:
«Ya que me he atrevido a hablar a mi Señor, ¿y si se encuentran sólo veinte? ».

Respondió el Señor:
«En atención a los veinte, no la destruiré».

Abrahán continuó:
«Que no se enfade mi Señor si hablo una vez más. ¿Y si se encuentran diez? »

Contestó el Señor:
«En atención a los diez, no la destruiré».

Cuando terminó de hablar con Abrahán, el Señor se fue; y Abrahán volvió a su lugar.

Salmo de hoy

Salmo 102 R/. El Señor es compasivo y misericordioso

Bendice, alma mía, al Señor,
y todo mi ser a su santo nombre.
Bendice, alma mía, al Señor,
y no olvides sus beneficios. R/.

El perdona todas tus culpas
y cura todas tus enfermedades;
él rescata tu vida de la fosa
y te colma de gracia y de ternura. R/.

El Señor es compasivo y misericordioso,
lento a la ira y rico en clemencia.
No está siempre acusando
ni guarda rencor perpetuo. R/.

No nos trata como merecen nuestros pecados
ni nos paga según nuestras culpas.
Como se levanta el cielo sobre la tierra,
se levanta su bondad sobre los que lo temen. R/.

Evangelio del día

Lectura del santo evangelio según san Mateo 8,18-22

En aquel tiempo, viendo Jesús que lo rodeaba mucha gente, dio orden de cruzar a la otra orilla.

Se le acercó un escriba y le dijo:
«Maestro, te seguiré adonde vayas».

Jesús le respondió:
«Las zorras tienen madrigueras y los pájaros nidos, pero el Hijo del hombre no tiene dónde reclinar la cabeza».

Otro, que era de los discípulo, le dijo:
«Señor, déjame ir primero a enterrar a mi padre».

Jesús le replicó:
«Tú, sígueme y deja que los muertos entierren a sus muertos».

Evangelio de hoy en audio

Reflexión del Evangelio de hoy

"En atención a los diez, no la destruiré"

La primera lectura nos muestra la figura de Abraham, nuestro padre en la fe y prototipo de buscador de Dios. Mediante la llamada que Dios le hace, Abraham sale de su tierra y aquel que no tenía descendencia va a ver cómo Dios le cambia la suerte de su pobreza para convertirlo en padre de innumerables hijos. Descendencia como la arena de las playas marinas. Solo Dios puede transformar esa realidad.  

Comienza así una historia personal de amor y fidelidad entre Dios y Abraham. La llamada se hace a la persona concreta, desde su libertad, el ser humano responde libremente al proyecto del Reino de Dios. Al llamar Dios a Abraham, se convierte en una relación interpersonal. Que va creciendo, madurando, profundizando, en el conocimiento mutuo y en la correspondencia a vivir desde la fidelidad y coherencia. La llamada que Dios hace, lleva implícita también la capacitación para responder a la misión. Cuando Dios llama da lo necesario para el fin. La llamada aparece también como una relación de mediación por los demás. Por aquellos que no conocen el amor de Dios. Por los que se han enfriado en el camino. Por los que se han perdido, por los que por algún motivo, heridos, han abandonado el rebaño de Dios.

Abraham, media ante el Señor, por las gentes de Sodoma y Gomorra. Y media precisamente, porque conoce las entrañas de compasión del que lo ha llamado. Dios es amor, y en su infinito amor, cave el perdón. Siempre y cuando, seamos capaces de descubrir el tesoro de su misericordia para cada uno de nuestros pecados, errores, meteduras de pata.

Oración de mediación a Dios, al igual que hacía Nuestro Padre santo Domingo: Señor, ¿Qué será de los pobres y pecadores? Hablarle a Dios de las situaciones límites a las que muchas veces se enfrenta el ser humano. Y al ser humano de la compasión infinita de Dios y del amor que el Señor te tiene. En atención al que comprenda esto, no te destruiré, sino que te amaré.

"Tú, sígueme"

Es curioso que en los versículos anteriores se nos narrase tres curaciones que Jesús realiza: un ciego, un paralítico y la fiebre de la suegra de Pedro. Acto seguido la gente busca a Jesús, se acerca y el texto pone de relieve la fe, la llamada y el seguimiento, en la clave más profunda de lo humano. Con sus luces y sus sombras. Con el ideal que empuja a entregar la vida y con la limitación humana que te lleva a la continua excusa.

Jesús lanza una llamada en clave personal: «Tú, sígueme». Lo que sucede que no es tan fácil discernir el llamado que hace el Maestro. No es sencillo atisbar esa voz de Dios en medio de un continuo ruido de la sociedad que intenta apagar una voz de verdad y de sentido pleno. Por ello, se emplea la imagen de que los muertos entierren a sus muertos. Hoy día se dan con relativa facilidad esos escenarios de muerte, en los que se ha perdido un horizonte de valores evangélicos. Una verdad que sustente tú vida. Un sueño e ideal por el cual luchar, perseguir. Esfuerzo, tesón, coherencia, fidelidad, empatía, escucha, diálogo, superación… No están de moda en la sociedad en la que trata Jesús de echar las redes para conseguir amigos que siembren la realidad del Reino de Dios.

«¿Quién es el mayor en el reino de los cielos?» (Mt 1,18). La eterna pregunta del discipulado. Qué nos va a tocar en suerte o quién va a ser el primero. En esa clave, siempre, van a aparecer las excusas, celos, resentimientos y no habrá la posibilidad de una entrega total de la vida. Ver el seguimiento en clave mercantil, yo me entrego mientras le esté sacando partido a esto. Mientras me llene y no me de complicaciones. Solo unos años de mi vida.

«Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos» (Jn 15,13). El planteamiento de Jesús tumba por completo los proyectos de la sociedad. Marca una hoja de ruta distinta y que necesita ser abrazada y acogida desde el amor por el cual te has sentido llamado a participar en el proyecto del Reino. No te puedes guardar nada. Estás continuamente expuesto, a la intemperie, en las manos de otros y para otros. Gastarte, partirte, repartirte, al igual que lo hizo Él. Lo que recibes debes de entregarlo con agradecimiento.

Por ello, después de pasar por el proceso de muerte, se llega a la resurrección, con un mandato clave: «Id al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la creación» (Mc 16,15). Libertad total y absoluta para gritar al mundo el evangelio de la salvación. Jesús nos quiere libres, desprendidos, itinerantes, para de este modo ser testigos veraces de su salvación.

SANTOS DEL DÍA

 



sábado, 28 de junio de 2025

LECTURAS Y MEDITACIÓN DEL DÍA

 



Primera lectura

Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles 12, 1-11

En aquellos días, el rey Herodes decidió arrestar a algunos miembros de la Iglesia para maltratarlos. Hizo pasar a cuchillo a Santiago, hermano de Juan. Al ver que esto agradaba a los judíos, decidió detener a Pedro. Eran los días de los Ácimos. Después de prenderlo, lo metió en la cárcel, entregándolo a la custodia de cuatro piquetes de cuatro soldados cada uno; tenía intención de presentarlo al pueblo pasadas las fiestas de Pascua. Mientras Pedro estaba en la cárcel bien custodiado, la Iglesia oraba insistentemente a Dios por él.

Cuando Herodes iba a conducirlo al tribunal, aquella misma noche, estaba Pedro durmiendo entre dos soldados, atado con cadenas. Los centinelas hacían guardia a la puerta de la cárcel.

De repente, se presentó el ángel del Señor, y se iluminó la celda. Tocando a Pedro en el costado, lo despertó y le dijo:
«Date prisa, levántate».

Las cadenas se le cayeron de las manos, y el ángel añadió:
«Ponte el cinturón y las sandalias».

Así lo hizo, y el ángel le dijo:
«Envuélvete en el manto y sígueme».

Salió y lo seguía sin acabar de creerse que era realidad lo que hacía el ángel, pues se figuraba que estaba viendo una visión. Después de atravesar la primera y la segunda guardia, llegaron al portón de hierro que daba a la ciudad, que se abrió solo. ante ellos. Salieron, y anduvieron una calle y de pronto se marchó el ángel.

Pedro volvió en sí y dijo:
«Ahora sé realmente que el Señor ha enviado a su ángel para librarme de las manos de Herodes y de toda la expectación del pueblo de los judíos».

Salmo

Salmo 33, 2-3. 4-5. 6-7. 8-9 R/. El Señor me libró de todas mis ansias.

Bendigo al Señor en todo momento,
su alabanza está siempre en mi boca;
mi alma se gloría en el Señor:
que los humildes lo escuchen y se alegren. R/.

Proclamad conmigo la grandeza del Señor,
ensalcemos juntos su nombre.
Yo consulté al Señor, y me respondió,
me libró de todas mis ansias. R/.

Contempladlo, y quedaréis radiantes,
vuestro rostro no se avergonzará.
El afligido invocó al Señor,
él lo escuchó y lo salvó de sus angustias. R/.

El ángel del Señor acampa en torno a quienes lo temen
y los protege.
Gustad y ved qué bueno es el Señor,
dichoso el que se acoge a él. R/.

Segunda lectura

Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a Timoteo 4, 6-8. 17-18

Querido hermano:
Yo estoy a punto de ser derramado en libación y el momento de mi partida es inminente.

He combatido el noble combate, he acabado la carrera, he conservado la fe.

Por lo demás, me está reservada la corona de la justicia, que el Señor, juez justo, me dará en aquel día; y no sólo a mí, sino también a todos los que hayan aguardado con amor su manifestación.

Mas el Señor me estuvo a mi lado y me dio fuerzas para que, a través de mí, se proclamara plenamente el mensaje y lo oyeran todas las naciones. Y fui librado de la boca del león.

El Señor me librará de toda obra mal y me salvará llevándome a su reino celestial.

A él la gloria por los siglos de los siglos. Amén.

Evangelio del día

Lectura del santo evangelio según san Mateo 16, 13-19

En aquel tiempo, al llegar a la región de Cesárea de Filipo, Jesús preguntó a sus discípulos:
«¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre?»

Ellos contestaron:
«Unos que Juan Bautista, otros que Elías, otros que Jeremías o uno de los profetas».

Él les preguntó:
«Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?»

Simón Pedro tomó la palabra y dijo:
«Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo».

Jesús le respondió:
«¡Bienaventurado tú, Simón, hijo de Jonás!, porque eso no te lo ha revelado nadie de carne y hueso, sino mi Padre que está en el cielo.

Ahora yo te digo: tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder del infierno no la derrotará.

Te daré las llaves del reino de los cielos; lo que ates en la tierra quedará atado en el cielo, y lo que desates en la tierra quedará desatado en los cielos».


“Sobre esta piedra edificaré mi Iglesia.”

    En este Año Santo nos os hemos invitado a cumplir, materialmente o en espíritu y por la intención, un peregrinaje a Roma, al corazón de la Iglesia católica. Con todo, es demasiado evidente que  Roma no constituye el término de nuestro peregrinaje en el tiempo. Ninguna ciudad santa de aquí abajo es nuestra meta. Ésta está oculta más allá de este mundo, en el corazón del misterio de Dios, todavía invisible para nosotros... Para los apóstoles Pedro y Pablo, Roma ha sido este término, donde los santos han derramado su sangre como último testimonio.     La vocación de Roma estriba de los apóstoles; el ministerio que nos toca ejercer desde aquí es un servicio a favor de la Iglesia universal e incluso de toda la humanidad. Es un servicio irremplazable, ya que, según el beneplácito de su sabiduría, Dios colocó Roma, la ciudad de Pedro y de Pablo en el itinerario que conduce a la Ciudad Eterna, porque confió a Pedro las llaves del Reino de los cielos. Pedro unifica en su persona el colegio de todos los obispos. Lo que queda aquí en Roma, no por la voluntad del hombre, sino por una providencia libre y misericordiosa del Padre, del Hijo y del Espíritu, es la “solidez de Pedro”, como la define San León Magno: Pedro no cesa de ocupar su sede; conserva una participación plena en el ministerio de Cristo, Soberano Pontífice. La estabilidad propia de la piedra que él ha recibido de la piedra angular que es Cristo (1Cor 3,11), una vez establecido como Pedro-Piedra, (Mt 16,16) la transmite a todos sus sucesores.

SANTOS DEL DÍA

 



Santoral

Pedro y Pablo, Santos
Solemnidad Litúrgica, 29 de junio ...

viernes, 27 de junio de 2025

LECTURAS Y MEDITACIÓN DEL DÍA

 



Primera lectura

Lectura de la profecía de Ezequiel 34, 11-16

Esto dice el Señor Dios:
«Yo mismo buscaré mi rebaño y lo cuidaré.

Como cuida un pastor de su grey dispersa, así cuidaré yo de mi rebaño y lo libraré, sacándolo de los lugares por donde se había dispersado un día de oscuros nubarrones.

Sacaré a mis ovejas de en medio de los pueblos, las reuniré de entre las naciones, las llevaré a su tierra, las apacentaré en los montes de Israel, en los valles y en todos los poblados del país. Las apacentaré en pastos escogidos, tendrán sus majadas en los montes más altos de Israel; se recostarán en pródigas dehesas y pacerán pingües pastos en los montes de Israel.

Yo mismo apacentaré mis ovejas y las haré reposar —oráculo del Señor Dios—.

Buscaré la oveja perdida, recogeré a la descarriada; vendaré a las heridas; fortaleceré a la enferma; pero a la que está fuerte y robusta la guardaré: la apacentaré con justicia».

Salmo de hoy

Salmo 22, 1-3a. 3b-4. 5. 6 R/. El Señor es mi pastor, nada me falta.

El Señor es mi pastor, nada me falta:
en verdes praderas me hace recostar;
me conduce hacia fuentes tranquilas
y repara mis fuerzas. R/.

Me guía por el sendero justo,
por el honor de su nombre.
Aunque caminé por cañadas oscuras,
nada temo, porque tú vas conmigo:
tu vara y tu cayado me sosiegan. R/.

Preparas una mesa ante mí,
enfrente de mis enemigos;
me unges la cabeza con perfume,
y mi copa rebosa. R/.

Tu bondad y tu misericordia me acompañan
todos los días de mi vida,
y habitaré en la casa del Señor
por años sin término. R/.

Segunda lectura

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos 5, 5b- 11

Hermanos:

El amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que se nos ha dado.

En efecto, cuando nosotros estábamos aún sin fuerza, en el tiempo señalado, Cristo murió por los impíos; ciertamente, apenas habrá quien muera por un justo; por una persona buena tal vez se atrevería alguien a morir; pues bien: Dios nos demostró su amor en que, siendo nosotros todavía pecadores, Cristo murió por nosotros. ¡Con cuánta más razón, pues, justificados ahora por su sangre, seremos por él salvados del castigo!

Si, cuando éramos enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo, ¡con cuánta más razón, estando ya reconciliados, seremos salvados por su vida!

Y no solo eso, sino que también nos gloriamos en Dios, por nuestro Señor Jesucristo, por quien hemos obtenido ahora la reconciliación.

Evangelio del día

Lectura del santo evangelio según san Lucas 15, 3-7

En aquel tiempo, Jesús dijo a los fariseos y a los escribas esta parábola:
«Quién de vosotros que tiene cien ovejas y pierde una de ellas, no deja las noventa y nueve en el desierto y va tras la descarriada, hasta que la encuentra?

Y, cuando la encuentra, se la carga sobre los hombros, muy contento; y, al llegar a casa, reúne a los amigos y a los vecinos, y les dice:
“¡Alegraos conmigo!, he encontrado la oveja que se me había perdido”.

Os digo que así también habrá más alegría en el cielo por un solo pecador que se convierta que por noventa y nueve justos que no necesitan convertirse».

Evangelio de hoy en audio

Reflexión del Evangelio de hoy

Un corazón que busca ama y salva

Hoy celebramos el amor más grande: el Corazón de Cristo, que no se cansa de buscarnos, de perdonarnos, de abrazarnos. El Sagrado Corazón no es solo un símbolo: es la certeza de que somos amados más allá de nuestras caídas.

En esta solemnidad del Sagrado Corazón, la Palabra de Dios nos invita a contemplar el amor incansable, fiel y misericordioso de Cristo. En la primera lectura el profeta Ezequiel nos presenta a Dios como el Buen Pastor, que sale en busca de la oveja perdida, la cura, la alimenta y le da descanso. No se queda esperando. Que gran alegría es conocer que es Dios siempre quien toma la iniciativa.

En la carta a los Romanos, San Pablo nos recuerda que Cristo murió por nosotros cuando aún éramos pecadores. Su amor no es una recompensa, sino un regalo que no merecemos por nuestros méritos. Su corazón no se cierra ante nuestra fragilidad: la acoge, la redime y la transforma con su gracia y amor.

La alegría del Pastor que encuentra

Y el Evangelio según San Lucas nos muestra la alegría del cielo por un solo pecador que se convierte. El Sagrado Corazón es el gozo del amor que no se rinde, que lleva sobre los hombros a quien ha caído, y celebra el regreso sin reproches.

Todas estas lecturas nos preparan para acoger con gozo el misterio de un amor que no se cansa, que salva y que nos lleva sobre sus hombros con ternura infinita.

Queridos hermanos y hermanas, hoy, dejemos que ese Corazón nos mire, nos abrace y nos renueve. Un corazón herido que sana, un corazón roto que ama, un corazón entregado que salva. ¡Sagrado Corazón de Jesús! En Vos confío.

SANTOS DEL DÍA

 



Santoral

Sagrado Corazón de Jesús
Adoramos el Corazón de Cristo porque es el corazón del Verbo encarnado, del Hijo de Dios hecho hombre...

jueves, 26 de junio de 2025

LECTURAS Y MEDITACIÓN DEL DÍA

 



Primera lectura

Lectura del libro del Génesis 16, 1-12. 15-16

Saray, la mujer de Abrán, no le daba hijos; pero tenía una sierva egipcia llamada Agar.

Saray dijo a Abrán:
«El Señor no me concede hijos; llégate pues a mi esclava a ver si tengo hijos por medio de ella».

Abrán aceptó la propuesta de Saray.

Así a los diez años de habitar Abran en Canaán, Saray, la mujer de Abrán, tomó a Agar, la esclava egipcia, y se la dio a Abrán, su marido, como esposa. Él se llegó a Agar, y ella concibió. Al verse encinta, le perdió el respeto a su señora.

Entonces Saray dijo a Abrán:
«Tú eres responsable de esta injusticia; yo he puesto en tus brazos a mi esclava, y ella, al verse encinta, me desprecia. El Señor juzgue entre nosotros dos».

Abrán dijo a Saray:
«En tu poder está tu esclava, trátala como te parezca».

Saray la maltrató, y ella se escapó.

El ángel del Señor la encontró junto a la fuente en el desierto, la fuente del camino de Sur, y le dijo:
«Agar, esclava de Saray, ¿de dónde vienes y adónde vas?».

Ella respondió:
«Vengo huyendo de mi señora».

El ángel del Señor le dijo:
«Vuelve a tu señora y sométete a su poder».

Y el ángel del Señor añadió:
«Haré tan numerosa tu descendencia que no se podrá contar».

Y el ángel del Señor concluyó:
«Mira, estás encinta y darás a luz un hijo y lo llamarás Ismael, porque el Señor ha escuchado tu aflicción. Será un potro salvaje: su mano irá contra todos y la de todos contra él; acampará separado de sus hermanos».

Agar dio un hijo a Abrán, y Abrán llamó Ismael al hijo que le había dado Agar. Abrán tenía ochenta y seis años cuando Agar le engendró a Ismael.

Salmo de hoy

Salmo 105,1-2.3-4a.4b-5 R/. Dad gracias al Señor porque es bueno

Dad gracias al Señor porque es bueno,
porque es eterna su misericordia.
¿Quién podrá contar las hazañas de Dios,
pregonar toda su alabanza? R/.

Dichosos los que respetan el derecho
y practican siempre la justicia.
Acuérdate de mí
por amor a tu pueblo. R/.

Visítame con tu salvación:
para que vea la dicha de tus escogidos,
y me alegre con la alegría de tu pueblo,
y me gloríe con tu heredad. R/.

Evangelio del día

Lectura del santo evangelio según san Mateo 7,21-29

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«No todo el que me dice "Señor, Señor" entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en el cielo.

Aquel día muchos dirán:
"Señor, Señor, ¿no hemos profetizado en tu nombre y en tu nombre hemos echado demonios, y no hemos hecho en tu nombre muchos milagros?".

Entonces yo les declararé:
"Nunca os he conocido. Alejaos de mí, los que obráis la iniquidad".

El que escucha estas palabras mías y las pone en práctica se parece a aquel hombre prudente que edificó su casa sobre roca. Cayó la lluvia, se desbordaron los ríos, soplaron los vientos y descargaron contra la casa; pero no se hundió, porque estaba cimentada sobre roca.

El que escucha estas palabras mías y no las pone en práctica se parece a aquel hombre necio que edificó su casa sobre arena. Cayó la lluvia, se desbordaron los ríos, soplaron los vientos y rompieron contra la casa, y se derrumbó. Y su ruina fue grande».

Al terminar Jesús este discurso, la gente estaba admirada de su enseñanza, porque les enseñaba con autoridad, y no como sus escribas.

Evangelio de hoy en audio

Reflexión del Evangelio de hoy

No bastará con decirme: ¡Señor!, ¡Señor!, para entrar en el Reino de los Cielos; más bien entrará el que hace la voluntad de mi Padre del Cielo.        

Aquel día muchos me dirán: ¡Señor, Señor!, hemos hablado en tu nombre, y en tu nombre hemos expulsado demonios y realizado muchos milagros.  

Entonces yo les diré claramente: Nunca los conocí. ¡Aléjense de mí ustedes que hacen el mal!  

Si uno escucha estas palabras mías y las pone en práctica, dirán de él: aquí tienen al hombre sabio y prudente, que edificó su casa sobre roca.    

Cayó la lluvia, se desbordaron los ríos, soplaron los vientos y se arrojaron contra aquella casa, pero la casa no se derrumbó, porque tenía los cimientos sobre roca.    

Pero dirán del que oye estas palabras mías, y no las pone en práctica: aquí tienen a un tonto que construyó su casa sobre arena.  

Cayó la lluvia, se desbordaron los ríos, soplaron los vientos y se arrojaron contra esa casa: la casa se derrumbó y todo fue un gran desastre.»      

Cuando Jesús terminó este discurso, la gente estaba admirada de cómo enseñaba, porque lo hacía con autoridad y no como sus maestros de la Ley.

La roca y la arena

En el evangelio que hoy nos presenta Mateo, nos indica que los que escuchamos el mensaje del evangelio, tenemos que elegir; tenemos que definir nuestro estilo de vida, frente a otras formas de vivir.

Por una parte, está claro que las palabras, las buenas intenciones, incluso la oración, si no van acompañadas de obras, no están siendo fieles al mensaje de Jesús. Hemos de hacer la voluntad del Padre, poniendo en práctica las enseñanzas de Jesús.

Existe el riesgo de una oración que no se traduzca en vida; de una escucha comunitaria de la Palabra que se cierre en sí misma; de una celebración de la Eucaristía que no nos lleve al compromiso; aunque ciertamente estas cosas son la raíz de nuestra esencia cristiana.

En el momento que estamos viviendo de tremendos conflictos bélicos, económicos, migratorios y sociales, muchos sectores influyentes de la sociedad hablan de arreglar esta realidad que afecta a las personas más vulnerables y pobres del planeta. Sin embargo, todas estas posibles acciones que plantean, no tienen el impacto suficiente, porque se están construyendo sin tener en cuenta el bien común, el respeto y defensa de los derechos humanos y el desarrollo humano de las personas y los pueblos.

Para que esto nos quede claro, Mateo pone la parábola de dos personas que hacen lo mismo: construir una casa. Aparentemente los dos hacen lo mismo. A los dos se les ve comprometidos en algo bueno y duradero. Pero al llegar la tormenta, se descubre que uno la había asentado sobre roca mientras que el otro la había edificado sobre arena. La enseñanza de Jesús es clara. No se puede edificar algo duradero de cualquier manera. Sólo quien escucha sus Palabras y las pone en práctica está construyendo sobre roca.

Todo esto nos obliga a revisar los cimientos y ver sobre qué bases estamos construyendo nuestra vida. Porque igual descubrimos que nuestra fe no está asentada sobre el cimiento sólido del Evangelio sino sobre costumbres y tradiciones no siempre muy acordes con el Espíritu de Jesús.

¿Cuáles están siendo hoy nuestros cimientos para ir construyendo el Reino?