martes, 18 de diciembre de 2012

LITURGIA DEL MES

 
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DICIEMBRE 2012
 
De Adviento a Navidad

José Benito Fernández Yáñez
Santa Eufemia la Real del Norte
  
1º Domingo de Adviento
Nos preparamos para celebrar la primera venida de Xto. al mundo (hace ya más de dos mil años) y también la venida del Señor al final de los tiempos. La certeza de esta segunda venida y la incertidumbre del cuándo nos debe llevar a una vigilancia activa: debemos observar cuanto hay en el camino, pero sin distraernos de la meta.
La Inmaculada Concepción:
Por gracia de Dios, María fue preservada inmune de toda mancha de pecado desde el primer instante de su concepción (Pio IX 1854). Ella es la mujer fuerte de la que nos hablan los evangelios, modelo de todas las virtudes y para todas las edades. La Inmaculada, aunque encumbrada sobre toda la creación, es de nuestra misma naturaleza, de nuestra misma carne. Esto le permite estar más cerca de nosotros, compadecerse. Es nuestra Madre y, como hijos, debemos amarla, venerarla e imitarla. Ella es símbolo por excelencia del adviento.
2º Domingo de Adviento
La liturgia de este día nos presenta la conversión a los valores evangélicos como condición indispensable para la liberación personal y social. Juan el Bautista, uno de los grandes protagonistas del adviento, utiliza un lenguaje duro y exigente, pidiendo un cambio radical de conducta y de vida. Él predicó más con su ejemplo (vestido y alimento) que con su palabra. Convertirse es renunciar a los falsos dioses: el dinero, el poder, la envidia, la soberbia...
3º Domingo de Adviento
La liturgia de este domingo nos invita a una alegría desbordante, porque Cristo, el Señor, está cerca de nosotros. Viene a liberarnos del pecado y de sus secuelas. El ser humano ansía la felicidad, pero la busca por caminos erróneos y no la encuentra, porque sólo en Dios se halla la verdadera felicidad. Los bienes y placeres de este mundo sólo producen una felicidad efímera, que se marchita. Frente a la depresión actual, el creyente debe transmitir su optimismo ante la vida. Condición indispensable para la alegría es tener espíritu evangélico de pobreza, humildes, receptivos, abiertos a Dios y a los hermanos.
Domingo 4º de Adviento
Próximo ya el nacimiento de Jesús, la figura de María adquiere un acento especial: encarna la espera y la fe, se fía plenamente del Señor. La fe de María es apertura y disponibilidad incondicional ante el Señor. Su prima Isabel, iluminada por la luz de lo alto, la declara: Bendita entre todas las mujeres. María es, en verdad, bendita porque de ella nacería el Salvador del mundo, por haber creído, porque se ha dejado adueñar por el Espíritu Santo. El creyente, al igual que María, deberá abrirse a la Palabra de Dios.
Natividad del Señor
La Palabra se hizo carne y acampó entre nosotros. La gran noticia que conmociona y alegra la cristiandad. El Creador se ha convertido en un niño que llora, que tiene hambre, sed y frio. Así Dios se acerca al hombre, por eso, desde ahora, Cristo será el lugar de encuentro entre Dios y los hombres. Viene a su casa y los suyos no lo recibieron. Triste y amarga constatación aplicable al mundo de hoy. Cristo sigue siendo desconocido y rechazado en nuestro mundo, porque los cristianos oscurecemos el rostro atrayente de Cristo con nuestra vida y conducta y no hacemos efectiva la doctrina de las bienaventuranzas.
Sagrada Familia
El Niño Jesús, recostado en unas frías pajas, es contemplado por sus padres. En el mundo actual, lleno de perturbaciones y desobediencias, es un privilegio fijar nuestra mirada en la Sagrada Familia, donde podemos aprender las virtudes que son el fundamento de la estabilidad familiar. La familia sigue siendo el espacio más idóneo para la maduración y el bienestar personal. La actitud de María y José ante Jesús, respetuosa y madura, alentando, con amor, sus cualidades y su progreso, siempre seguirá siendo modelo a intentar imitar en los hogares cristianos.
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