jueves, 10 de septiembre de 2015

LECTURAS Y MEDITACIÓN DEL DÍA








Jueves de la vigésima tercera semana del tiempo ordinario


Carta de San Pablo a los Colosenses 3,12-17.
Como elegidos de Dios, sus santos y amados, revístanse de sentimientos de profunda compasión. Practiquen la benevolencia, la humildad, la dulzura, la paciencia.
Sopórtense los unos a los otros, y perdónense mutuamente siempre que alguien tenga motivo de queja contra otro. El Señor los ha perdonado: hagan ustedes lo mismo.
Sobre todo, revístanse del amor, que es el vínculo de la perfección.
Que la paz de Cristo reine en sus corazones: esa paz a la que han sido llamados, porque formamos un solo Cuerpo. Y vivan en la acción de gracias.
Que la Palabra de Cristo resida en ustedes con toda su riqueza. Instrúyanse en la verdadera sabiduría, corrigiéndose los unos a los otros. Canten a Dios con gratitud y de todo corazón salmos, himnos y cantos inspirados.
Todo lo que puedan decir o realizar, háganlo siempre en nombre del Señor Jesús, dando gracias por él a Dios Padre.



Salmo 150(149),1-2.3-4.5-6.
Alaben a Dios en su Santuario,
alábenlo en su poderoso firmamento;
Alábenlo por sus grandes proezas,
alábenlo por su inmensa grandeza,

Alábenlo con toques de trompeta,
alábenlo con el arpa y la cítara;
alábenlo con tambores y danzas,
alábenlo con laudes y flautas.

Alábenlo con platillos sonoros,
alábenlo con platillos vibrantes,
¡Que todos los seres vivientes
alaben al Señor!





Evangelio según San Lucas 6,27-38.
Jesús dijo a sus discípulos:
«Yo les digo a ustedes que me escuchan: Amen a sus enemigos, hagan el bien a los que los odian.
Bendigan a los que los maldicen, rueguen por los que los difaman.
Al que te pegue en una mejilla, preséntale también la otra; al que te quite el manto, no le niegues la túnica.
Dale a todo el que te pida, y al que tome lo tuyo no se lo reclames.
Hagan por los demás lo que quieren que los hombres hagan por ustedes.
Si aman a aquellos que los aman, ¿qué mérito tienen? Porque hasta los pecadores aman a aquellos que los aman.
Si hacen el bien a aquellos que se lo hacen a ustedes, ¿qué mérito tienen? Eso lo hacen también los pecadores.
Y si prestan a aquellos de quienes esperan recibir, ¿qué mérito tienen? También los pecadores prestan a los pecadores, para recibir de ellos lo mismo.
Amen a sus enemigos, hagan el bien y presten sin esperar nada en cambio. Entonces la recompensa de ustedes será grande y serán hijos del Altísimo, porque él es bueno con los desagradecidos y los malos.
Sean misericordiosos, como el Padre de ustedes es misericordioso.
No juzguen y no serán juzgados; no condenen y no serán condenados; perdonen y serán perdonados.
Den, y se les dará. Les volcarán sobre el regazo una buena medida, apretada, sacudida y desbordante. Porque la medida con que ustedes midan también se usará para ustedes». 


MEDITACIÓN

«Sed compasivos como vuestro Padre es compasivo»
     No te ates a las sospechas o a los hombres que te llevan a escandalizarte de ciertas cosas. Porque los que, de una u otra manera, se escandalizan de las cosas que les ocurren, las hayan o no querido, ignoran el camino de paz que, recorrido con amor, llevan al conocimiento de Dios a los que se sienten atraídos por él.

     No ha alcanzado todavía el amor perfecto el que se ve aún afectado por los caracteres de los hombres, el cual, por ejemplo, ama a uno y aborrece al otro, o bien tan pronto ama como detesta al mismo hombre y por las mismas razones. El amor perfecto no desgarra la única y misma naturaleza de los hombres porque éstos tienen caracteres diferentes, pero teniendo en cuenta su naturaleza, ama a todos con el mismo amor. Ama a los virtuosos como amigos, y a los malos como enemigos, haciéndoles el bien, soportándolos con paciencia, sufriendo lo que le llega de su parte, no considerando, de ninguna manera, la malicia, sino llegando incluso a sufrir por ellos si la ocasión se presenta. Así, si es posible, hará de ellos unos amigos. Cuando menos será fiel a sí mismo mostrando siempre y a todos sus frutos de la misma forma. Nuestro Señor y Dios, Jesucristo, mostrándonos el amor que nos tiene sufrió por la humanidad entera y a todos por igual dio la esperanza de la resurrección, aunque cada uno, según sus obras, se haga digno de la gloria o del castigo. 

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