El Domingo de Ramos es tanto una culminación como un comienzo: hace exactamente 40 días desde que se inicio la Cuaresma y el tiempo ya no es tanto para la preparación como para la celebración del Domingo de Ramos, de la Pasión del Señor para acoger, en la noche de Pascua, su Resurrección. Una monición del Misal lo expresa claramente: “durante cuarenta días hemos preparado nuestro corazón con la oración, la penitencia y el compartir; y aquí estamos reunidos al inicio de la Semana Santa para empezar con toda la Iglesia la celebración del Misterio Pascual ”. Por tanto, este día es también una apertura, la de la Semana Santa, a través de la cual, acompañando a Jesús paso a paso en su Pasión, podremos acoger su Salvación. He aquí lo que significa «aclamar a nuestro Rey». Para esta última etapa de nuestro retiro, nos guiará el Evangelio de la Pasión según San Marcos y las Moradas sextas de Santa Teresa que, en el Libro del Castillo Interior, constituyen una etapa de transformación radical, última y decisiva en el realización de la unión con Dios. 1. Mc 14-15 La Pasión de Nuestro Señor Jesucristo según San Marcos La Pasión de Jesús es la culminación de toda su vida y no puede entenderse sin ella (y recíprocamente su Pasión ilumina el sentido de todos los actos y palabras de su vida terrena). Asimismo, es teniendo en nuestro corazón todo aquello que hemos descubierto, meditado, recibido durante el transcurso de nuestra Cuaresma que viviremos con intensidad la celebración de la Pasión porque en ella se encuentran muchos elementos. Repasemos algunos rápidamente. Los mismos Evangelistas establecen el vínculo entre el relato de las Tentaciones en el desierto y la Pasión, que será la tentación suprema, en el sentido de prueba pero también de test y comprobación, de la filiación divina de Jesús. La llamada a realizar un milagro deslumbrante para demostrar su mesianismo cuando es crucificado (cf. Mc 15, 32) es la tentación suprema. La Transfiguración había sido tanto el anuncio del Hijo Amado como la invitación a escucharlo,“solo Jesús”. También aquí habíamos subrayado el vínculo entre la Transfiguración y la Resurrección, de la que era como un anticipo. La Cruz es el momento de la suprema revelación en el supremo desprendimiento. «Verdaderamente este hombre era el Hijo de Dios», confesará el Centurión. No habrá nada más que escuchar excepto el silencio que sigue al desgarrador grito de abandono: «Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?» Los Evangelios de la serpiente de bronce y el grano de trigo también nos habían dado claves para entrar en el Misterio de la Cruz. 2 Retraite carême 2021 avec Sainte Thérèse d’Ávila© Copyright 2021, carmes-paris.org. Tous droits réservés. Al llegar la hora sexta toda la región quedó en tinieblas hasta la hora nona. Y a la hora nona, Jesús clamó con voz potente: Elohí Elohí, lemá sabaqtaní (que significa: «Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?»).Algunos de los presentes, al oírlo, decían: «Mira, llama a Elías».Y uno echó a correr y, empapando una esponja en vinagre, la sujetó a una caña, y le dio de beber diciendo: «Dejad, a ver si viene Elías a bajarlo».Y Jesús, dando un fuerte grito, expiró. El velo del templo se rasgó en dos, de arriba abajo. El centurión, que estaba enfrente, al ver cómo había expirado, dijo: «Verdaderamente este hombre era Hijo de Dios». Una llamada a contemplar al Crucificado y a entrar en su movimiento de muerte fecunda. El Evangelio de la semana pasada también se cumple en este día: nosotros también “queremos ver a Jesús” y seguirlo a lo largo de su Pasión. El Evangelio de la Pasión que se lee en la Misa dominical del Domingo de Ramos y de la Pasión del Señor se presenta como el programa de nuestra Semana Santa que se anuncia. Así es como podemos meditarlo. En él, encontramos todas las etapas del Triduo Pascual, y en primer lugar, la institución de la Eucaristía: “Mientras comían, tomó pan y, pronunciando la bendición, lo partió y se lo dio diciendo: “Tomad, esto es mi cuerpo”. Después tomó el cáliz, pronunció la acción de gracias, se lo dio y todos bebieron. Y les dijo: «Esta es mi Sangre de la Alianza, que es derramada por muchos”. Ya se ha meditado sobre la escena de Getsemaní. Contiene en germen toda la Pasión, lugar del don supremo al Padre: Se lleva consigo a Pedro, a Santiago y a Juan, empezó a sentir espanto y angustia, y les dice: “Mi alma está triste hasta la muerte. Quedaos aquí y velad”. Y, adelantándose un poco, cayó en tierra y rogaba que, si era posible, se alejase de él aquella hora; y decía: “¡Abba!, Padre: Tú lo puedes todo, aparta de mí este cáliz. Pero no sea como yo quiero, sino como tú quieres”.Vuelve y, al encontrarlos dormidos, dice a Pedro: «Simón ¿duermes?, ¿no has podido velar una hora?Velad y orad, para no caer en tentación; el espíritu está pronto, pero la carne es débil».De nuevo se apartó y oraba repitiendo las mismas palabras. Volvió y los encontró otra vez dormidos, porque sus ojos se les cerraban. Y no sabían qué contestarle. Vuelve por tercera vez y les dice: “Ya podéis dormir y descansar. ¡Basta! Ha llegado la hora; mirad que el Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los pecadores.¡Levantaos, vamos! Ya está cerca el que me entrega”. El Viernes Santo perfila el desencadenamiento de toda la furia y pecado de los que es capaz el hombre (negación, violencia, odio, cobardía, negación del otro, incredulidad) que serán absorbidos por la fidelidad de Jesús a su Padre. “¡También tú estabas con el Nazareno, con Jesús!”.Él lo negó diciendo: “Ni sé ni entiendo lo que dices”. Salió fuera al vestíbulo y cantó un gallo. La criada, al verlo, volvió a decir a los presentes: «Este es uno de ellos».Pero él de nuevo lo negó. Al poco rato, también los presentes decían a Pedro: «Seguro que eres uno de ellos, pues eres galileo». Pero él se puso a echar maldiciones y 3 Retraite carême 2021 avec Sainte Thérèse d’Ávila© Copyright 2021, carmes-paris.org. Tous droits réservés. 2. Las Moradas sextas. Nuestros sufrimientos En el itinerario de las Moradas descrito por Santa Teresa, las sextas constituyen, como un libro dentro de un libro, un conjunto impresionante y muchas veces áspero, que lleva a muchos lectores a detener su viaje en este punto del libro u omitir su lectura. De hecho, la descripción de muchos fenómenos extraordinarios (visiones, locuciones, arrobamientos etc...) jalona estos once capítulos (¡aunque el libro contiene 27 en total!) No se trata de negar la profusa complejidad “barroca” de este conjunto pero una distinción que la Santa Madre señala en sus quintas Moradas, recorridas la semana pasada, puede darnos una clave de lectura. Recordemos ! Describía la unión de voluntades, también surtida de gracias especiales, pero, en el capítulo 3, volvía a retomar este tema de forma simplificada, diciendo que consistía en hacer la Voluntad de Dios. En las sextas Moradas, se trata de deseos (capítulos 2 y 6) y de sufrimientos (capítulo 1) que transforman profundamente el alma. Se describe toda una panoplia de mercedes: locuciones recibidas (capítulo 3), arrobamientos (capítulos 4 y 5), visiones (capítulos 8 y 9). Pero todo esto tiene por finalidad iluminar el alma sobre la necesidad radical de ser salvada de su pecado y sobre el amor salvífico de Cristo. En el capítulo 7, es fuertemente revelador la insistencia de Santa Teresa sobre la importancia ineludible de referirnos a la humanidad de Cristo. Es ciertamente lo que vivimos durante la Semana Santa: seguir a Jesús paso a paso en la meditación de sus palabras, de sus sufrimientos, de su relación con el Padre. Estas sextas Moradas parecen acordes con la Pasión. Nos hacen rezar ante la cruz para acoger la salvación en un misterioso intercambio. Esto requiere valor, un valor que debemos pedir en esta Semana Santa: Para esto también es menester gran ánimo, que es una cosa que acobarda en gran manera; y si nuestro Señor no se le diese, andaría siempre con gran aflicción; porque mirando lo que. Su Majestad hace con ella y tornándose a mirar a sí, cuán poco sirve para lo que está obligada, y eso poquillo que hace lleno de faltas y quiebras y flojedad, que por no se acordar de cuán imperfectamente hace alguna obra, si la hace, tiene por mejor procurar que se le olvide y traer delante sus pecados y meterse en la misericordia de Dios, que, pues no tiene con qué pagar, supla la piedad y misericordia que siempre tuvo con los pecadores. Quizás le responderá lo que a una persona que estaba muy afligida delante de un crucifijo en este punto, considerando que nunca había tenido qué dar a Dios ni qué dejar por El: díjole el mismo Crucificado, consolándola, que El le daba todos los dolores y trabajos que había pasado en su Pasión, que los tuviese por propios, para ofrecer a su Padre. Quedó aquel alma tan consolada y tan rica, según de ella he entendido, que no se le puede olvidar;antes cada vez que se ve tan miserable, acordándosele, queda animada y consolada. Algunas cosas de éstas podría decir aquí, que como he tratado tantas personas santas y de oración, sé muchas; porque no penséis que soy yo, me voy a a jurar: «No conozco a ese hombre del que habláis». Y enseguida, por segunda vez, cantó el gallo. Pedro se acordó de las palabras que le había dicho Jesús: «Antes que cante el gallo dos veces, me habrás negado tres», y rompió a llorar. El Sábado Santo es el día del gran silencio cuando esta absorción, como un germinación decisiva, florecerá en la noche de Pascua: un lugar de silencio y de escucha de la nueva Palabra de Vida. 4 Retraite carême 2021 avec Sainte Thérèse d’Ávila© Copyright 2021, carmes-paris.org. Tous droits réservés. la mano. Esta paréceme de gran provecho para que entendáis lo que se contenta nuestro Señor de que nos conozcamos y procuremos siempre mirar y remirar nuestra pobreza y miseria, y que no tenemos nada que no lo recibimos. Así que, hermanas mías, para esto y otras muchas cosas que se ofrece a un alma que ya el Señor la tiene en este punto, es menester ánimo; y a mi parecer, para esto postrero más que para nada, si hay humildad. Dénosla el Señor, por quien El es.(VI M 5.5-6) Una vez estaba yo considerando por qué razón era nuestro Señor tan amigo de esta virtud de la humildad, y púsoseme delante-a mi parecer sin considerarlo, sino de presto- esto: que es porque Dios es suma Verdad, y la humildad es andar en verdad, que lo es muy grande no tener cosa buena de nosotros, sino la miseria y ser nada; y quien esto no entiende, anda en mentira. A quien más lo entienda agrada más a la suma Verdad, porque anda en ella. Plega a Dios, hermanas, nos haga merced de no salir jamás de este propio conocimiento, amén. De estas mercedes hace nuestro Señor al alma, porque como a verdadera esposa, que ya está determinada a hacer en todo su voluntad, le quiere dar alguna noticia de en qué la ha de hacer y de sus grandezas. No hay para qué tratar de más, que estas dos cosas he dicho por parecerme de gran provecho. (VI M 10.7-8) Las sextas Moradas nos adentran en el misterio profundo de la humildad, actitud fundamental de Jesús en su Pasión y que llama a la nuestra. Solo la humildad puede comprender la humildad y enseñar la humildad. Humildad, valor, las sextas Moradas son el lugar de crecimiento de los grandes deseos de servir al Señor y ser transformados en Él: Da Dios a estas almas un deseo tan grandísimo de no le descontentar en cosa ninguna, por poquito que sea, ni hacer una imperfección, si pudiese, que por solo esto, aunque no fuese por más, querría huir de las gentes y ha gran envidia a los que viven y han vivido en los desiertos. Por otra parte, se querría meter en mitad del mundo, por ver si pudiese ser parte para que un alma alabase más a Dios; y si es mujer, se aflige del atamiento que le hace su natural porque no puede hacer esto, y ha gran envidia a los que tienen libertad para dar voces, publicando quién es este gran Dios de las Caballerías. ¡Oh pobre mariposilla, atada con tantas cadenas, que no te dejan volar lo que querrías! Habedla lástima, mi Dios; ordenad ya de manera que ella pueda cumplir en algo sus deseos para vuestra honra y gloria. No os acordéis de lo poco que lo merece y de su bajo natural. Poderoso sois Vos, Señor, para que la gran mar se retire y el gran Jordán, y dejen pasar los hijos de Israel. No la hayáis lástima, que, con vuestra fortaleza ayudada, puede pasar muchos trabajos; ella está determinada a ello y los desea padecer. Alargad, Señor, vuestro poderoso brazo, no se le pase la vida en cosas tan bajas. Parézcase vuestra grandeza en cosa tan femenil y baja, para que, entendiendo el mundo que no es nada de ella, os alaben a Vos, cuéstele lo que le costare, que eso quiere, y dar mil vidas porque un alma os alabe un poquito más a su causa, si tantas tuviera; y las da por muy bien empleadas y entiende con toda verdad que no merece padecer por Vos un muy pequeño trabajo,cuánto más morir. (VI M 6.3-4) 3. Vivir la Semana Santa Fr. Guillaume Dehorter (Convento de Avon) Los caminos cruzados de la Pasión según San Marcos y las sextas Moradas nos ofrecen materia para vivir esta Semana Santa. No se trata de entenderlo todo, sino de dejarse llevar por la gracia de Dios que siempre es transformadora. A merced de su gracia, el Señor nos hará sentir tristeza, dolor frente a nuestro pecado, gratitud frente a su salvación. También puede traducirse en alegría. Es una gracia asombrosa que algunos considerarán fuera de lugar, pero que Santa Teresa también describe en las sextas Moradas: Entre estas cosas penosas y sabrosas juntamente da nuestro Señor al alma algunas veces unos júbilos y oración extraña, que no sabe entender qué es. Porque si os hiciere esta merced, le alabéis mucho y sepáis que es cosa que pasa, la pongo aquí. Es, a mi parecer, una unión grande de las potencias, sino que las deja nuestro Señor con libertad para que gocen de este gozo, y a los sentidos lo mismo, sin entender qué es lo que gozan y cómo lo gozan. Parece esto algarabía, y cierto pasa así, que es un gozo tan excesivo del alma, que no querría gozarle a solas, sino decirlo a todos para que la ayudasen a alabar a nuestro Señor, que aquí va todo su movimiento. ¡Oh, qué de fiestas haría y qué de muestras, si pudiese, para que todos entendiesen su gozo! Parece que se ha hallado a sí, y que, como el padre del hijo pródigo, querría convidar a todos y hacer grandes fiestas, por ver su alma en puesto que no puede dudar que está en seguridad, al menos por entonces (…) ¡qué mercedes os ha hecho de teneros en parte que, aunque el Señor os haga ésta y deis muestras de ello, antes será para ayudaros que no para murmuración, como fuerais si estuvierais en el mundo, que se usa tan poco este pregón, que no es mucho que le murmuren! (VI M 6.10)
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