sábado, 12 de julio de 2025

LECTURAS Y MEDITACIÓN DEL DÍA

 



Primera lectura

Lectura del libro del Deuteronomio 30, 10-14

Moisés habló al pueblo, diciendo:

«Escucha la voz del Señor, tu Dios, observando sus preceptos y mandatos, lo que está escrito en el libro de esta ley, y vuelve al Señor, tu Dios, con todo tu corazón y con toda tu alma.

Porque este precepto que yo te mando hoy no excede tus fuerzas, ni es inalcanzable. No está en el cielo, para poder decir: “¿Quién de nosotros subirá al cielo y nos lo traerá y nos lo proclamará, para que lo cumplamos?”. Ni está más allá del mar, para poder decir: “¿Quién de nosotros cruzará el mar y nos lo traerá y nos lo proclamará, para que lo cumplamos?”.

El mandamiento está muy cerca de ti: en tu corazón y en tu boca, para que lo cumplas».

Salmo

Salmo 68, 14 y 17. 30-31. 33-34. 36ab y 37 R/. Humildes, buscad al Señor, y revivirá vuestro corazón.

Mi oración se dirige a ti,
Señor, el día de tu favor;
que me escuche tu gran bondad,
que tu fidelidad me ayude.
Respóndeme, Señor, con la bondad de tu gracia;
por tu gran compasión, vuélvete hacia mi. R/.

Yo soy un pobre malherido;
Dios mío, tu salvación me levante.
Alabaré el nombre de Dios con cantos,
proclamaré su grandeza con acción de gracias. R/.

Miradlo, los humildes, y alegraos;
buscad al Señor, y revivirá vuestro corazón.
Que el Señor escucha a sus pobres,
no desprecia a sus cautivos. R/.

Dios salvará a Sión,
reconstruirá las ciudades de Judá.
La estirpe de sus siervos la heredará,
los que aman su nombre vivirán en ella. R/.

Segunda lectura

Lectura de la carta del Apóstol San Pablo a los Colosenses 1, 15-20

Cristo Jesús es imagen del Dios invisible, primogénito de toda criatura; porque en él fueron creadas todas las cosas: celestes y terrestres, visibles e invisibles. Tronos y Dominaciones, Principados y Potestades; todo fue creado por él y para él.

Él es anterior a todo, y todo se mantiene en él.

Él es también la cabeza del cuerpo: de la Iglesia.

Él es el principio, el primogénito de entre los muertos, y así es el primero en todo.

Porque en él quiso Dios que residiera toda la plenitud.

Y por él y para él quiso reconciliar todas las cosas, las del cielo y las de la tierra, haciendo la paz por la sangre de su cruz.

Evangelio del día

Lectura del santo Evangelio según San Lucas 10, 25-37

En aquel tiempo, se levantó un maestro de la ley y preguntó a Jesús para ponerlo a prueba:
«Maestro, ¿qué tengo que hacer para heredar la vida eterna?».

Él le dijo:
«¿Qué está escrito en la ley? ¿Qué lees en ella?».

El respondió:
«“Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón y con toda tu alma y con toda tu fuerza” y con toda tu mente. Y “a tu prójimo como a ti mismo”».

Él le dijo:
«Has respondido correctamente. Haz esto y tendrás la vida».

Pero el maestro de la ley, queriendo justificarse, dijo a Jesús:
«¿Y quién es mi prójimo?».

Respondió Jesús diciendo:
«Un hombre bajaba de Jerusalén a Jericó, cayó en manos de unos bandidos, que lo desnudaron, lo molieron a palos y se marcharon, dejándolo medio muerto. Por casualidad, un sacerdote bajaba por aquel camino y, al verlo, dio un rodeo y pasó de largo. Y lo mismo hizo un levita que llegó a aquel sitio: al verlo dio un rodeo y pasó de largo.

Pero un samaritano que iba de viaje llegó adonde estaba él y, al verlo, se compadeció, y acercándose, le vendó las heridas, echándoles aceite y vino, y, montándolo en su propia cabalgadura, lo llevó a una posada y lo cuidó. Al día siguiente, sacando dos denarios, se los dio al posadero y le dijo: “Cuida de él, y lo que gastes de más yo te lo pagaré cuando vuelva”.

¿Cuál de estos tres te parece que ha sido prójimo del que cayó en manos de los bandidos?».

Él dijo:
«El que practicó la misericordia con él».

Jesús le dijo:
«Anda y haz tú lo mismo».


¡Cuidemos a nuestro prójimo!

Cuidemos la salud de nuestro prójimo tanto como la nuestra, ya sea que esté sano o que se sienta agotado por la enfermedad. Porque “todos nosotros formamos un solo Cuerpo en Cristo” (Rom 12,5): ricos y pobres, esclavos u hombres libres, sanos o enfermos. Para todos hay una sola cabeza, principio de todo, Cristo. Como son los miembros del cuerpo uno para el otro, así somos cada uno de nosotros para nuestros hermanos. No hay que descuidar ni abandonar a los que caen en un estado de debilidad, que además para todos nosotros sería eventualmente posible. No quedarnos en alegrarnos por estar en buena salud, sino compadecer a nuestros hermanos por su pena. Ellos son imagen de Dios y en su fragilidad, guardan mejor que nosotros la fidelidad a esa imagen. En ellos el hombre interior ha revestido a Cristo y recibieron las “arras del Espíritu” (2 Cor 5,5). Tienen las mismas leyes, los mismos mandamientos, alianzas, asambleas, misterios, la misma esperanza. Cristo es igualmente muerto por ellos, el “que quita el pecado del mundo” (Jn 1,29). Ellos tienen parte a la vida celestial, ellos que fueron privados de muchos bienes aquí abajo. Son compañeros en los sufrimientos de Cristo, serán compañeros de Cristo en su gloria. Nuestra naturaleza humana nos da una ley: que tengamos compasión unos por otros. Enseñándonos la solidaridad en la debilidad, ella nos infunde el respeto y el amor a todos los hombres.

No hay comentarios:

Publicar un comentario