Corazón amantísimo
de Jesús digno de todo amor y de toda mi adoración; movido por el deseo de reparar y de
lavar las ofensas graves y numerosas hechas contra ti, y para evitar que yo mismo me
manche de la culpa de la ingratitud, te ofrezco y te consagro enteramente mi corazón, mis afectos,
mi trabajo y todo mi ser.
Por cuanto son
pobres mis méritos, ¡oh Jesús!, te ofrezco mis oraciones, mis actos de penitencia, de
humildad, de obediencia y de las demás virtudes que practicaré hoy y durante mi vida
entera hasta el último suspiro.
Propongo hacer todo
por tu gloria, por tu amor y para consolar a tu Corazón. Te suplico aceptes mi humilde
ofrecimiento por las manos purísimas de tu Madre y Madre mía María.
Dispón de mí y de
mis cosas, Señor, según el beneplácito de tu Corazón. Amén.
30. - LA
COMUNIÓN REPARADORA
Si quieres amar al
Corazón de Jesús debes comulgar su cuerpo muy frecuentemente. ¿No eres digno? Y para
hacerla una vez al año ¿te sientes digno? No eres perfecto. Pero la comunión no es un
premio; es un medio para llegar a la perfección. ¿Tienes muchos defectos? Para
corregirlos tienes necesidad de la comunión. No son los sanos los que tienen necesidad de
curación, sino los enfermos. ¿No sabes que la comunión borra por sí todos los pecados
veniales y preserva de los mortales?
(Texto anterio del Boletín 351 de los P.P. Reparadores)
No hay comentarios:
Publicar un comentario