ORACIÓN
III
Misericordiosísimo
y benignísimo Señor, que con paternal providencia
castigáis nuestras culpas, y por la infección del
aire nos quitáis la salud y la vida corporal, para que
reconociéndonos y humillándonos en vuestro acatamiento,
nos deis la vida espiritual de nuestras almas: yo os suplico
humildemente por la intercesión de San Roque, que si es
para vuestra mayor gloria, y provecho de nuestras almas, me guardéis
a mí y a toda esta familia y patria de cualquiera enfermedad
y mal contagioso y pestilente, y nos deis entera salud de alma
y cuerpo, para que en vuestro santo templo os alabemos y perpetuamente
os sirvamos.Y vos, oh bienaventurado Santo, que para ejemplo de paciencia, y mayor confianza en vuestro patrocinio, quiso Dios que fueseis herido de pestilencia, y que en vuestro cuerpo padecieseis lo que otros padecen, y de vuestros males aprendieseis a compadeceros de los ajenos y socorrieseis a los que están en semejante agonía y aflicción, miradnos con piadosos ojos, y libradnos, si nos conviene, de toda mortandad, por medio de vuestras fervorosas oraciones, alcanzadnos gracia del Señor, para que en nuestro cuerpo sano o enfermo viva nuestra alma sana, y por esta vida temporal, breve y caduca lleguemos a la eterna y gloriosa, y con vos gocemos de ella en los siglos de los siglos. Amén.
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