Parroquia de San Pedro de Bande
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martes, 14 de agosto de 2018
NOVENA A LA ASUNCIÓN DE NUESTRA SEÑORA
ORACIONES PARA TODOS
LOS DÍAS
Por la señal, etc. Oración
de San Bernardo para empezar todos los días.
Acordaos, oh piadosísima
Virgen María, que jamás se ha oído decir
que uno solo de cuantos han acudido a vuestra protección
e implorado vuestro socorro, haya sido desamparado. Yo, pecador,
animado con tal confianza, acudo a vos oh Madre, Virgen de las
vírgenes: a vos vengo, delante de vos me presento gimiendo.
No queráis, oh Madre del Verbo, despreciar mis palabras;
antes bien, oídlas benignamente y cumplidlas. Amén.
DÍA NOVENO
Comenzar con la oración
de todos los días. Oración
de San Germán (496-576).
Obispo de París. Ninguno
se salva sino por ti, oh Virgen Santísima.'Ninguno se
libra de males sino por ti, oh Virgen purísima. Ninguno
recibe gracias de Dios sino por ti, oh Virgen castísima.
Ninguno obtiene misericordia sino por ti, oh Virgen venerabilísima.
¿Quién, después de tu bendito Hijo, tiene
tanto cuidado del linaje humano como tú? ¿Quién
así nos defiende en nuestras tribulaciones? ¿Quién
tan presto nos socorre y nos libra de las tentaciones que nos
acosan y persiguen? ¿Quién, con sus piadosos ruegos,
intercede por los pecadores y los libra de las penas que por
sus pecados merecen? Por esto recurrimos a ti, oh purísima
y dignísima de toda alabanza y de todo obsequio.
Haz que, por medio de tus oraciones, que tanto pueden con el
Señor, las cosas eclesiásticas sean bien gobernadas
y tú misma las conduzcas a puerto seguro. Viste ricamente
a los sacerdotes de justicia y de la gloria de la fe probada,
inmaculada y sincera. Dirige en estado próspero y tranquilo
los cetros de los soberanos cristianos. Sé, en tiempo
de guerra, la protección del ejército, que siempre
milita bajo tu amparo, y confirma al pueblo para que, conforme
Dios lo tiene mandado, persevere en el obsequio suave de la obediencia.
Sé el muro inexpugnable de este pueblo que te tiene a
ti como a torre de refugio y cimiento que la sostiene. Preserva
la habitación de Dios y el decoro del templo de todo mal;
libra a cuantos te alaban, da redención a los cautivos
y sé refugio para el peregrino y consuelo para el desamparado.
Extiende, por fin, a todo el orbe tu mano auxiliadora, para que,
así como celebramos con alegría esta festividad,
celebremos también todas las demás que te dedicamos,
en Cristo Jesús, Rey de todas las cosas y verdadero Dios
nuestro; a quien sea la gloria y la fortaleza, junto con el Padre
Eterno, que es principio de la vida, y con el Espíritu
coeterno, consubstancial, y que reina con los dos, ahora y siempre
y por los siglos de los siglos. Amén.
Oración
final para todos los días. ¡Oh santísima
Señora, excelentísima Madre de Dios y piadosísima
Madre de los hombres! Después de Dios, tú eres
la única esperanza de los pecadores y la mayor confianza
de los justos. La Iglesia te llama vida, dulzura y esperanza
nuestra, y todos los pueblos ponen en ti sus ojos, esperando
de ti todas las gracias. Nosotros también, dulce abogada,
acudimos a ti en estos días, instándote para que
nos oigas y concedas las gracias que te pedimos. Danos, en primer
lugar, un amor sincero a tu divino Hijo, observando su santa
ley cristiana; alcánzanos también la salud del
cuerpo y la serenidad del espíritu, la paz en la familia
y la suficiencia de medios para la vida; concédenos, en
fin, una santa muerte en la santa Iglesia católica. ¡Oh Virgen, que superas
toda alabanza! Todo lo que tú quieres, lo puedes ante
Dios, de quien eres Madre; y, aun cuando nosotros somos pecadores,
tú eres dulce madre del Redentor y dulce madre nuestra,
y puedes abogar por tus hijos pequeños y pecadores ante
tu Hijo altísimo y redentor; a tu nombre se abren las
puertas del cielo; en tus manos están todos los tesoros
de la divina misericordia; óyenos, oh plácida Virgen
y Madre, y, si nos conviene, concédenos las gracias que
te pedimos en esta novena. Petición. Santa María, socorre a los desgraciados,
ayuda a los pusilánimes, reanima a los que lloran, ora
por el pueblo, intervén por el clero, intercede por las
mujeres consagradas, sientan tu auxilio todos los que celebran
tu santa festividad. Ruega por nosotros, Santa Madre
de Dios. Para que seamos dignos de alcanzar
las promesas de Jesucristo. Oración. Concédenos, por favor, Señor
Dios, que nosotros, tus siervos, gocemos de continua salud de
alma y cuerpo y, por la gloriosa intercesión de la bienaventurada
siempre Virgen María, seamos libres de las tristezas de
la vida presente y disfrutemos de las alegrías de la vida
eterna. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén
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