domingo, 12 de octubre de 2025

LECTURAS Y MEDITACIÓN DEL DÍA

 



Primera lectura

Lectura del primer libro de las Crónicas 15, 3-4. 15-16; 16, 1-2

En aquellos días, David congregó en Jerusalén a todo Israel, para subir el Arca del Señor al lugar que le había preparado. Reunió también a los hijos de Aarón y a los levitas.

Luego los levitas levantaron el Arca de Dios tal como había mandado Moisés por orden del Señor: apoyando los varales sobre sus hombros.

David mandó a los jefes de los levitas emplazar a los cantores de sus familias con instrumentos musicales - arpas, cítaras y platillos - para que los hiciesen resonar, alzando la voz con júbilo.

Llevaron el Arca de Dios y la colocaron en el centro de la tienda que David le había preparado. Ofrecieron holocaustos y sacrificios de comunión de Dios. Cuando David acabó de ofrecerlos, bendijo al pueblo en nombre del Señor.

Salmo

Salmo 26, 1. 3. 4. 5 R/. El Señor me ha coronado, sobre la columna me ha exaltado

El Señor es mi luz y mi salvación,
¿a quién temeré?
El Señor es la defensa de mi vida,
¿quién me hará temblar? R/.

Si un ejército acampa contra mí,
mi corazón no tiembla;
si me declaran la guerra,
me siento tranquilo. R/.

Una cosa pido al Señor, eso buscaré:
habitar en la casa del Señor por los días de mi vida;
gozar de la dulzura del Señor,
contemplando su templo. R/.

El me protegerá en su tienda
el día del peligro;
me esconderá en lo escondido de su morada,
me alzará sobre la roca. R/.

Segunda lectura

Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles 1, 12-14

Entonces se volvieron a Jerusalén, desde el monte que llaman de los Olivos, que dista de Jerusalén lo que se permite caminar en sábado. Cuando llegaron, subieron a la sala superior, donde se alojaban: Pedro y Juan y Santiago y Andrés, Felipe y Tomás, Bartolomé y Mateo, Santiago el de Alfeo y Simón el Zelotes y Judas el de Santiago.

Todos ellos perseveraban unánimes en la oración, junto con algunas mujeres y María, la madre de Jesús, y con sus hermanos.

Evangelio del día

Lectura del santo evangelio según san Lucas 11, 27-28

En aquel tiempo, mientras Jesús hablaba a la gente, una mujer de entre el gentío levantando la voz, le dijo:
«Bienaventurado el vientre que te llevó y los pechos que te criaron».

Pero él dijo:
«Mejor, bienaventurados los que escuchan la palabra de Dios y la cumplen».


Reflexión del Evangelio de hoy

Alabar, bendecir.

El Arca es trasladada al lugar que había sido preparado (1Cron 15, 3). La  religiosidad del pueblo no es tanto el hecho de sacrificar animales, sino en la ofrenda de la alabanza: manifestación del aprecio y la admiración por el Señor, poniendo de relieve sus cualidades… Por tanto, la alabanza es también poner en práctica, adquirir, considerar, tener presente aquello que admiramos, aquello en lo que creemos, aquello con lo que definimos nuestra fe y el seguimiento del Señor.

Alabar, admirar, contemplar, ponerse a disposición, entrega de uno mismo, compartir. Este es el contexto de la alegría, sentimiento en el que nace y se vive el agradecimiento y se reconoce y expresa la bendición, actitud favorable, “bien-decir”, “el contexto del amor.” “Y Dios los bendijo…” (Gen 1,22. 28) y así lo creado crece, se multiplica, adquiere su identidad, es consciente de sus capacidades y para lo que está creado. Toda actitud favorable hacia los hermanos es reconocer y motivar a  ser lo que cada uno es.

“Pero María lo conservaba y meditaba todo en su corazón” (Lc 2,19). No sólo aceptaba  sino que lo guardaba en su memoria y en su corazón. Aprendía y respetaba la realidad del prójimo. Es una forma de valorar la libertad de los hijos de Dios. 

"Perseveraban unánimes en la oración"

Los hombres y las mujeres, también estaba María, la madre de Jesús (Hch 1,14). Sin discriminación alguna, los hombres y las mujeres, discípulos y discípulas, eran responsables de llevar a cabo la misión de Jesús. En el texto de Hechos se destaca la figura de María que estaba allí. La Iglesia estaba naciendo y esa Iglesia que nacía la formaban todos: hombres y mujeres, los discípulos, María y sus parientes.

No se puede ignorar el contexto donde se da esta experiencia de los discípulos. Contexto de fracaso, desilusión, pérdida…. Regresaban  del monte de los Olivos. El dolor nos hace más sensibles y conscientes de la soledad… nos necesitamos. Regresaban y se buscaban, se necesitaban. Compartir es una vía para resolver cómo aceptar y entender lo que ha pasado, lo que pasa… “Cuando llegaron, subieron al piso superior donde se alojaban…” (Hch 1, 13). “Todos persistían unánimes en la oración.” (Hch 1,14b)

Los reunidos en nombre del Señor se saben pertenecientes y en común comparten y expresan sus sentimientos propios de su fe en el Señor y necesitan expresarlo: “Todos persistían unánimes en la oración”. 

María, también perteneciente, fue la madre de Jesús de Nazaret, también fue discípula, ejemplo de fe y obediencia a Dios. 

"Bienaventurados los que escuchan la palaba de Dios y la cumplen"

Escuchar, disposición para percibir, conocer; se hace con los sentidos. “Los sentidos de nuestro cuerpo nos abren a la presencia de Dios en el instante del mundo” (J. Tolentino).

Necesitamos escuchar porque el objetivo no es convertirse en una determinada clase de persona a base de un método determinado que se lleva a cabo porque así se nos dice, está mandado. Necesitamos escuchar para “ser persona”, no un “tipo de persona”, sino el ser humano que Cristo crea en nosotros.

Necesitamos escuchar la palabra de Dios (La Palabra se hizo carne y habito entre nosotros. Jn 1,14. El verbo se convierte en Jesucristo, asumiendo la naturaleza humana y viviendo entre las personas) y cumplirla. ¿Qué significa aquí eso de cumplirla?

Dos versiones: 1.-Cumplir, para quedar bien, tranquilizar la conciencia… “¡he hecho lo que me han mandado!” que es como una forma de decir no me pidas responsabilidades.  2.- Cumplir, en el sentido de sentirse motivado para servir, buscar el bien, hacer posible lo que mis sentidos descubren (han escuchado) y nos comprometemos, porque esa realidad despierta lo que cada uno es y permite “ser persona”, el ser humano que Cristo crea en nosotros.

Bienaventurados, dichosos, cuando estamos en camino, porque estamos en camino, y podemos hacer realidad, participar, de la dicha. La felicidad se hace patente, se experimenta, es alegría. Hacer de la fe, la esperanza y la caridad, nuestra realidad: ¡Bienaventurados! 

 

Para la reflexión

En cada uno, ¿cómo es ese “contexto del amor”? ¿Qué nos mueve a servir al prójimo? y/o ¿Qué nos impide servir al prójimo?

¿Reconozco y acepto que necesito de los demás?

Saberse perteneciente: ¿cómo me dispongo, me enfrento, a esa realidad, esa necesidad, de saberse perteneciente? 

Distinguir entre imponer y servir. Cuando no escuchamos, imponemos; cuando escuchamos podemos conocer mejor y podemos servir.  ¿Cuál es mi tendencia?

El amor es tal cuando nos hace capaces de servir, buscar el bien del otro, conocer y consecuentemente conocernos. ¡Bienaventurados!

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