Primera lectura
Lectura del libro del Eclesiástico 15, 1-6
Así obra el que teme al Señor, el que observa la ley alcanza la sabiduría.
Ella le sale al encuentro como una madre y lo acoge como una joven esposa. Lo alimenta con pan de inteligencia y le da a beber agua de sabiduría.
Si se apoya en ella, no vacilará, si se aferra a ella, no quedará defraudado.
Ella lo ensalzará sobre sus compañeros y en medio de la asamblea le abrirá la boca.
Lo llenará del espíritu de sabiduría y de inteligencia y lo revestirá con un vestido de gloria. Encontrará gozo y corona de júbilo, y un hombre eterno recibirá en herencia.
Salmo de hoy
Salmo 88, 2-3. 6-7. 8-9. 16-17. 18-19 R/. Contaré tu fama a mis hermanos, en medio de la asamblea te alabaré
Cantaré eternamente las misericordias del Señor,
anunciaré tu fidelidad por todas las edades.
Porque dijiste: «La misericordia es un edificio eterno»,
más que el cielo has afianzado tu fidelidad. R/.
El cielo proclama tus maravillas, Señor,
y tu fidelidad, en la asamblea de los ángeles.
¿Quién sobre las nubes se compara a Dios?
¿Quién como el Señor entre los seres divinos? R/.
Dios es temible en el consejo de los ángeles,
es grande y terrible para toda su corte.
Señor de los ejércitos, ¿quién como tú?
El poder y la fidelidad te rodean. R/.
Dichoso el pueblo que sabe aclamarte:
caminará, oh Señor, a la luz de tu rostro;
tu nombre es su gozo cada día,
tu justicia es su orgullo. R/.
Porque tú eres su honor y su fuerza,
y con tu favor realzas nuestro poder.
Porque el Señor es nuestro escudo,
y el Santo de Israel nuestro rey. R/.
Evangelio del día
Lectura del santo evangelio según san Mateo 11, 25-30
En aquel tiempo, tomó la palabra Jesús y dijo:
«Te
doy gracias, Padre, Señor de cielo y de la tierra, porque has escondido
estas cosas a los sabios y entendidos y se las has revelado a los
pequeños. Sí, Padre, así te ha parecido bien.
Todo me ha sido entregado por mi Padre, y nadie conoce al Hijo más que el Padre, y nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar.
Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré. Tomad mi yugo sobre vosotros y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis descanso para vuestras almas. Porque mi yugo es llevadero y mi carga ligera».
Evangelio de hoy en audio
Reflexión del Evangelio de hoy
"El alma que anda en Amor"
El pasaje del Eclesiástico nos abre a la experiencia de quienes han puesto a Dios en el centro de su vida. Hoy 15 de octubre, que en la Iglesia celebramos a Santa Teresa de Jesús, nos fijamos en su testimonio, en la vida de entrega de una mujer que indudablemente supo poner a Dios en el centro, dejando que su alma, encontrase “su morada” en Él. Y esto, como nos dice la lectura del libro del Eclesiastés, no es tanto cumplir deberes, sino descubrir que el Amado habita dentro y da paz. La alegría no nace de fuera, sino de saberse en compañía del Señor que nunca se ausenta.
Para Teresa, esta unión con Dios se convierte en Amistad -en mayúsculas-, y la amistad profunda da gozo, da descanso, da libertad y da paz. Así, quien busca la sabiduría de Dios experimenta que su corazón se ensancha. No vive con miedo, sino con la confianza de un hijo que se sabe querido. Esa unión con Dios es la que transforma la existencia y la vuelve luminosa.
El texto habla de gloria, de gozo y de herencia. Todas ellas son imágenes de la comunión que Dios nos ofrece a sus hijos e hijas. Una comunión que comienza ya aquí y ahora, en lo cotidiano de cada día. No es un premio lejano, sino una experiencia viva que se percibe en el presente.
El secreto está en que quien se deja abrazar por la sabiduría de Dios siente que su vida es plena, es feliz y lo transmite, lo predica. Incluso en medio de dificultades, de las cruces personales de cada día, hay un gozo sereno que nada puede apagar. Cuando Dios es el centro de nuestras vidas, el corazón se ensancha y se vuelve agradecido. Y en ese agradecimiento se manifiesta la verdadera alegría que proviene de Dios
"Nada te turbe"
Este Evangelio nos recuerda que el camino de la vida no se realiza en solitario. Dios camina a nuestro lado, acompañando, cuidando, consolando, siendo roca, siendo impulso. Quien se acerca a Él con humildad descubre en su presencia la plenitud de la gracia.
Nos recuerda el Evangelio de hoy, como decía Santa Teresa, que “solo Dios basta”, porque en Él el alma encuentra alivio y descanso verdadero. Ella sabía, por experiencia, que en medio de las fatigas y dificultades la paz verdadera nace del Señor. Cuando el alma se acerca a Él, descubre una fuente de descanso. Así Dios, por medio de este Evangelio, nos llama a acudir a Él cuando la carga sea pesada.
Y es que, al compartir nuestras cargas con Él y con la comunidad, suceden cosas hermosas como que aquello que parecía insoportable se vuelve más ligero cuando dejamos que otros lo conozcan y lo lleven con nosotros. Sólo el hecho de hablar con confianza, en un espacio de amor, disminuye la ansiedad y nos ayuda a respirar con más serenidad.
Compartir las cruces con Dios fortalece la certeza de que formamos parte de una comunidad que cuida y acompaña. Pedir ayuda a Dios, nos recuerda que no somos autosuficientes y abre el corazón a la gracia. Y cuando el peso se reparte, nace la alegría compartida y florece también la capacidad de agradecer y de celebrar el amor de Dios.
Quien a Dios tiene
nada le falta:
solo Dios basta
¿De
qué manera experimento la alegría y la paz cuando vivo con la certeza
de ser hijo amado de Dios? ¿Qué cargas llevo hoy en mi corazón que
necesito confiarle al Señor para encontrar descanso? ¿Cómo puedo abrirme
más a la sabiduría de Dios para que ilumine mis decisiones y mis
relaciones cotidianas? ¿Qué gestos concretos me invitan estas lecturas a
realizar para compartir las cargas de los demás y acercarlos a la paz
de Dios?
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